Encontré este video en la página de Ecoosfera, en Facebook, y se me hizo muy claro, y por lo tanto, y valioso para compartir aquí:
La lucha por levantarse

Hay personas que, afortunadamente, no saben qué significa el no poderse levantar, casi literalmente, al despertar. Escribo «casi», porque físicamente tu cuerpo puede pararse, pero, también físicamente, tu cuerpo no tiene energía para iniciar o reanudar el día. No es flojera; es una mezcla de falta de fuerza, exceso de sueño, falta de motivación, que te hace no poder abrir los ojos, y no poder despegarte de la cama.
Para vencer eso, se ocurre lo obvio: dormir más temprano, dejar el celular, no cenar noche, forzarte a pararte aunque te cueste mucho. Todo ayuda pero nada funciona completamente. He tenido días que me esfuerzo en levantarme, me baño (siempre con agua helada) y cuando me siento en la cama, vuelvo a caer dormido. He tenido días que me he levantado de la cama a las 4 PM. He tenido días que me duermo a las 10PM y me despierto a las 12PM.
Esta circunstancia, es una de las que más impactan en la vida diaria de quien lo padece, porque es detonadora de malos hábitos: alimenticios y de rutina, que a la vez se traducen en un círculo vicioso que incluye estrés, deterioro a la salud, e impotencia emocional.
Reconocer que algo anda mal
No es fácil saberse mal. Menos lo es saberse mal ante los demás. Reconocer que las cosas no van como queremos, no es fácil. Reconocer que no tienes en control tu vida, es el abrir de ojos que te permite elegir nuevos destinos.
Yo decidí tomar acción cuando me percaté que, a pesar de sentirme mal, durante años, no había hecho nada; cuando me di cuenta que, ese no hacer nada, estaba afectando mi relación con la persona que vivía.
Ante los ojos de las personas, puedes ser muchas cosas que aparentas, pero que no quieres o te consideras ser: Negativo, pesimista, quejoso, apático, sangrón, flojo, gruñón, seco. Cualquier cosa. Que lo digan, no es que lo seas. Que no lo seas, no es que no estés actuando de esa manera.
Detectar las alarmas es importante. Reconocerlas, más.
¿Cómo me di cuenta que sufría depresión?
No todas las depresiones son tan obvias. Es lógico que, cuando una persona intenta quitarse la vida, uno no necesita ser especialista en las ciencias de la mente para afirmar que se trata de una depresión severa, sin embargo, ¿Cómo detectas una depresión cuando no se trata de algo tan claro como el suicidio o intento de éste?
Afortunadamente, el estado depresivo en el que me encuentro, no ha sido tan grave para llegar a atentar contra mi vida, pero poco a poco, me di cuenta que mis actitudes, mi ánimo y mi salud, no eran como yo quería, y no se trataba sólo de una mala racha, porque ya era mucho tiempo viviendo así.
Anímicamente, tengo años viviendo de forma reactiva: sobrellevándola. Viviendo por inercia. De mal humor mucha parte del tiempo. Años siendo apático a casi todas las oportunidades (de todo tipo) que se me presentan, y viendo la vida (y lo peor, viviéndola) sin motivación alguna.
Socialmente, comencé a enfocarme solamente en los defectos de las personas. Nunca fui alguien introvertido o asocial, pero me comencé a alejar de las personas, y ellas de mí. Lo peor: la relación con mi novia (ahora ex) y mi familia, tampoco la he llevado de la mejor manera por este motivo.
Físicamente, tengo años subiendo de peso. De niño y adolescente, nunca fui obeso, y hoy tengo obesidad clase III. Padezco colitis nerviosa y migraña tensional, problemas de sueño, y claro, falta de energía.
Comencé a atender cada uno de los problemas deforma separada, hasta que, informándome y leyendo (tengo la ventaja de que me gusta leer de todo), me di cuenta que todo estaba relacionado.
Cansado de vivir así, he tomado acciones en el último año, y estoy seguro que superaré esta situación. Si te sientes identificado, te invito a que también lo hagas.
34
JESÚS murió a los 33 y me puso a prueba a la misma edad. Él pudo resucitar, y yo, apenas pude sobrevivir. Hoy cumplo 34 y le doy gracias a Dios por otro año más de vida. Entro más saludable y más tranquilo que hace un año.
Agradezco a Dios haber podido compartir el día de hoy con mis dos padres. Les amo. Esa es sin duda la mayor alegría de mi día.
Hoy he tenido muy presentes a mis abuelos. Sobre todo a mi abuela Teresa Maciel, de quien le regalé un cuadro a mi papá, y a mi abuelito José Peña, dueño de la pluma con la que escribo estas letras (en mi libreta).
Treinta y cuatro años de vida digna, rodeada de amor. ¡GRACIAS!
El 1 de Enero no debería ser asueto
Para los que solemos ser indisciplimados, que el 1 de Enero sea día libre, nos complica iniciar el año con decisión. Los indisciplinados somos débiles de mente. Que el primer día del año exista la libertad de levantarte tarde, la imposibilidad de realizar pendientes por el cierre de negocios, te quita energía para el día que regresas a actividades.
Guarromántico resume mi sentir:
Guarromántico increíblemente ha influido mucho en mi vida en los últimos meses. Ya contaré lo realmente increíble de cómo Guarromántico me chingó hace meses. Buenas noches.
Mi 2018
Hace un año escribí:
Lo único malo de que termine el 2017 es que siempre puede haber un año peor, y no me queda más que estar listo por si eso llegara a suceder.
No sé si fue una sentencia, o qué sucedió. Pero así lo fue. Puedo decir, con certeza, que este ha sido el peor año de mi vida. Sin embargo, sigo teniendo muchas cosas qué agradecer. Porque Dios sigue conmigo. Porque lo peor que uno puede hacer ante la adversidad, es alejarse y dudar de él.
Uno no comprende que la adversidad lo hace crecer a uno hasta que se enfrenta a ella. Y este año me ha hecho crecer. Mucho.
Este año ha sido de dolor, enfermedad, desamor, depresión, ansiedad, tristeza. Y a pesar de todo, ahorita iré con mi hermano y mamá, a su pueblo, a terminar el año. A pesar de todo, mi papá está disfrutando de mis hermanos y mi sobrino. A pesar de todo, Aquí estoy, en la tranquilidad de mi casa, escribiendo este texto. Gracias Dios.
¿El 2019 será mejor o peor? No lo sé. Pero ahora comprendo que la vida está hecha de esto.
Quiero desahogarme
Estos últimos días han sido difíciles. Mucho. Uno sufre más cuando no comprende las cosas. Será que no todo debe ser entendido sino aceptado. Pero aceptar es más difícil sin entender. A veces olvidamos que la mente, el cuerpo, el alma y el amor se manejan separados. Que no siempre se entienden.
Mi amor y mi alma no comprenden que el perdón no aparezca. Mi cuerpo y mi mente lo aceptan. Con trabajo.
Llega la ansiedad producto de la frustración. La desesperación de la impotencia. Lucho contra las horas, los recuerdos, el colchón. Contra mí.
No se puede regresar el tiempo pero se puede recomenzar. En donde mismo o en otro lado. Mi corazón, mi alma y mi amor quisieran donde mismo. Mi mente debe llevarlos a otro lado. Y digo debe porque la vida nos coloca donde no pedimos.
Jesús: estos 33 han sido de muerte. Está pesada la cruz. Está dura la enseñanza, maestro.
Ya me desahogué.
El mal amigo
Cumples 33 e inevitablemente piensa uno en ti. Perdóname por hablarte de tú, pero no soy muy formal con mis amigos. De hecho, soy muy “confianzudo”, aunque tampoco te llamaré “tocayo”. Me desagrada esa palabra. Además, me gusta mi nombre pero no soy digno. JESÚS, nombre tan corto y a la vez tan grande.
Treinta y tres años y cambiaste la historia de la humanidad. Yo 33 y ya no sé ni qué está bien y qué está mal. Treinta y tres años, y dos mil después, sigues cambiando la vida de las personas. Yo 33 y no puedo con mis cruces que son mínimas. No me comparo. Yo no soy Dios. Aunque ser tu amigo, supongo que algo debe servir. Aunque yo sea un mal amigo. De hecho, perdóname también por la relación tan descuidada que tengo contigo. A veces se me olvida que eres quien no abandona, que soy yo el que se aleja.
Te soy honesto. A veces no sé si agradecerte por seguirme a donde voy, o reclamarte el no gritarme y decirme para dónde vaya. Es edad que ya debería saberlo. Es edad que ya se me ha olvidado. Por eso no me dejes, porque solo, me volvería loco. Hoy prometo no olvidar que vas conmigo. Andemos juntos. Tú tomando vino, y yo cerveza. Prometo ya no ser un mal amigo.
Mi 2017
No sé qué pensar de este año. Creí que sería uno grandioso y ha sido uno terrible. El hijo de puta ya casi se acaba, y todavía me tiene a prueba. Pero bueno, por fin se termina este año de mierda. Pinche Tierra: le hubieras acelerado.
Tal vez es de cobardes echarle la culpa a los años, pero es más fácil pensar en este tipo de ciclos para agarrar fuerza. A veces me pongo a pensar: “si no midiéramos el tiempo, ¿cómo actuaríamos? ¿postergaríamos? ¿le daríamos tanta importancia al pasado o al futuro?”.
A pesar de lo difícil que me ha sido este año, tengo mil cosas qué agradecerle a Dios por habérmelas dado: una familia unida, a mis padres sanos, el vivir con la mujer que amo, la compañía de mis perros, trabajo, techo, la vida. Así que, a pesar de las circunstancias, me siguió dando mucha riqueza.
Sin embargo, a este 2018 entro más desmotivado que nunca. No sé si sea bueno. Entrar motivado tampoco es como que haya funcionado para cumplir propósitos. Lo único malo de que termine el 2017 es que siempre puede haber un año peor, y no me queda más que estar listo por si eso llegara a suceder. Tengo 3 metas cuesta arriba y sólo 2 dependen de mí. Que Dios me dé fuerza física, mental y emocional. Y a ustedes también.
Que tengan un tranquilo 2018.