Messi es el mejor futbolista de la historia. Punto.

Lionel Messi (image: EPA)

No es que los números mientan, es que no saben de estética, de sentimientos ni emociones. Los números respaldan, pero son sólo una parte de la historia — en los deportes y en la vida. — Por eso, no sólo hablo de números, porque aunque muchos de estos lo avalen, tal vez, Messi nunca alcance la cantidad de goles de Pelé o Romario. Se trata de un todo. De considerar cada una de las variables que integran a un ser superior en cada área que la humanidad ha desarrollado: técnica, estética, logros, constancia, precisión, hazañas. Messi es el mejor futbolista de la historia. Como lo es Jordan del basquetbol, aunque tenga menos anillos que Bill Russell. Como lo es Roger Federer del tennis, aunque no alcance los títulos de Jimmy Connors.

No lo digo con corazón barcelonista, que no lo soy. Hablando de La Liga, soy, más bien, villamelón. Hace años disfruté mucho al Real Madrid de “los galácticos”, antes, al Barcelona de Romario. Respecto a Europa, mi corazón es del Milán. Será que recuerdo de niño a Marco Van Basten, a Ruud Gullit, y claro, a Paolo Maldini, el mejor defensa que ha existido. Mucho menos escribo estas letras con corazón argentino, de hecho, como mexicano, la selección argentina, es para mí, una de las más antipáticas. Pero los hechos son hechos, y el futbol nadie lo ha jugado mejor que Lionel.

Si comenzamos con las comparaciones, injusto es para Di Steffano, la leyenda madridista. Pero hay pocos registros audiovisuales de sus hazañas, y simple y sencillamente, el nivel de profesionalización del futbol de su época, no puede compararse en nada con el actual, por lo que sería absurdo decir que él fue mejor.

Pelé con sus tres campeonatos del mundo es inalcanzable. Era Pelé, sí, una pieza de oro en una maquinaria que producía un futbol de avanzada. Pero él solo no producía el futbol de Messi, ni jugaba con la espectacularidad de éste. Fueron incluso, Johan Cruyff y Ronaldinho, más espectaculares. Claro, sin sus logros. Sería Mardona, tal vez, el futbolista más parecido al hoy mejor de la historia, pero sus adicciones lo truncaron. Sus 345 goles suenan pocos para alguien de su talla. Y no demerito. En el S.XX, el futbol nos regaló a grandes jugadores, pero en el S.XXI Messi nos regaló gran futbol.

Mezquinos son quienes le regatean méritos por no haber sido campeón del mundo en el 2014. Quienes creen que el campeonato del mundo, que dura siete encuentros, tiene más valor que toda una carrera de éxitos. Es verdad, cualquier futbolista cambiaría su palmarés entero por ser campeón del mundo, pero ganarlo no te hace mejor o peor jugador. ¿Acaso es Iniesta mejor que Johan Cruyff o Di Steffano?

Pecho frío les llaman quienes, egoístas, no quieren reconocer que el actual 10 del Barcelona es mejor que cualquiera que sea su ídolo. “No ha logrado nada con su selección”. Como si ser el mayor goleador de Argentina, fuera poca cosa. O haber sido campeón del mundo Sub-20. O haber ganado la medalla de oro en las Olimpiadas de Beijing 2008.

Messi puede arrastrar a toda una defensa como lo hacía Ronaldo, el original. Puede disparar un tiro libre como Pirlo. Puede desbordar como Neymar. Empujar balones y cobrar penales como Cristiano. Pero también puede crear futbol como Iniesta o Xavi Hernández. Lograr hazañas como Maradona. Despedazar defensas y anotar de media distancia como Pelé. Hacer magia como Ronaldinho. Recuperar como Xabi Alonso. Asistir como ninguno.

Somos afortunados los que gustamos del futbol, de poder vivir en su época. Son afortunadas las personas del futuro, que gracias a la tecnología, su huella no la borrará el tiempo como lo hacía hace un siglo. No hay futbolista digno de comparación en las pasadas dos décadas, y seguramente no habrá en las próximas dos. Porque son escasos los elegidos que cambian la historia con su trayectoria. Por eso, larga vida a Messi. El mejor del mundo, el mejor de la historia. D10S.

Recursos inhumanos

Los medios se han encargado de que al pensar en un sindicato, pensemos en personajes como Elba Esther Gordillo, como Romero Deschamps, personajes que se han enriquecido en nombre de la defensa de los trabajadores. La generalidad no es así. La generalidad es la de millones de trabajadores en todo el país, trabajando bajo abusos, injusticias e ilegalidades por parte de sus patrones y de millones de empresas. Por eso insisto: siempre será mejor un sindicato abusivo que un patrón abusivo.

No solamente son los sueldos de miseria que se ofrecen, no solamente son los requisitos llenos de racismo y discriminación a la hora de seleccionar personal: mujeres con buena presentación, hombres no mayores de 40 años, mujeres casadas, mujeres solteras, etc. Basta dar una revisada rápida a las ofertas laborales. Pero no sólo es eso,¿Cuántas personas trabajan en Colima (y en México) sin seguro social ni prestaciones de ley? ¿A cuántos trabajadores les cobran multas sus empleadores por cualquier capricho por el que se les ocurra descontarles de su sueldo? ¿Cuántos trabajadores no reciben un sueldo porque trabajan “por comisiones” o “por propinas”? ¿A cuántos exempleados los amenazan con demandarlos si trabajan en otra empresa de la misma industria queriendo prohibir que una persona trabaje en lo que sabe hacer? ¿Cuántas personas no ponen sus recursos como computadora, vehículo y teléfono sin recibir un pago a cambio de esto? ¿Cuántas personas trabajan bajo contratos mensuales para supuestamente evitar que generen antigüedad y evitar el pago de indemnizaciones si ya no los requieren?

Hoy los departamentos de recursos humanos no son departamentos que administren y cuiden el bien más importante de una organización: las personas, son departamentos que se han convertido en verdugos y ejecutores de injusticias patronales.

En las últimas semanas diferentes personas me han reportado injusticias en sus empleos con la finalidad de que lo haga público. No lo hago público por tratarse de problemas entre particulares, pero sí los señalo conservando el anonimato de ambas partes:

Una persona que después de tres años laborando en una empresa, al que le tocaban $40 mil pesos de liquidación, le pagaron el 10%. Es su primer empleo. Si demanda, no le dan carta de recomendación. Eso, aunado a que las empresas, cual mafiosos, tienen un “pacto de caballeros” en el que no contratan a un trabajador que decidió defenderse legalmente, y aquí entra otro caso:

Una mujer que superó todo el proceso de selección, pero cuando el área de recursos humanos descubrió que había demandado a su antiguo empleador, no la contrató. No les importó que la demanda hubiera sido por acoso sexual.

Otra persona, que después de trabajar ocho años para una empresa, la despidieron (junto a todos sus compañeros) de un día para otro, y no los liquidaron porque la razón social para la que supuestamente trabajaban la declararon en quiebra, aunque la empresa siga funcionando bajo otras razones sociales.

Otra persona que despidieron por tener una enfermedad hormonal que no afecta su trabajo, y por el cual, incluso, recibió reconocimiento antes de que supieran que tenía dicha enfermedad.

Dice Richard Branson: “entrena a tus empleados lo suficientemente bien como para que se puedan ir. Trátalos lo suficientemente bien para que quieran quedarse”. Aquí es el contrario: no los capacitan porque luego se les van. No los tratan bien… “que agradezcan que les dan trabajo”.

A los empresarios les gusta pararse el cuello al decir que generan empleos, como si los generaran por caridad y no por una necesidad operativa de su negocio. Como si lo hicieran por un favor y no porque necesitan del trabajo de otras personas para que su empresa funcione, pero ante circunstancias económicas adversas, los recortes de personal no fallan. ¿En dónde quedaron los empresarios como Eugenio Garza Sada?

De la política deben vivir los políticos, no los periodistas

Hay periodistas en los que vale más su pluma que su palabra. Parece que se han creído demasiado eso del “cuarto poder” y buscan obtener recursos públicos a como dé lugar para mantenerse: dádivas, “chayote”, venta de publicidad a entes públicos, subsidios, etc. Parece que se han creído tan poderosos que en lugar de limitarse a informar y opinar, se suben al ring contra actores políticos con los que disienten en cada oportunidad. Caso reciente José Cárdenas con López Obrador. Porque una cosa es diferir en opiniones, y otra, utilizar a los medios para mandar mensajes que bien cabrían mejor en un correo electrónico. Mucho de esto es consecuencia del “chayote”.

Mal estamos cuando los medios de comunicación y los periodistas necesitan del recurso público para subsistir, porque la publicidad no alcanza y porque los lectores no pagamos. Porque los medios tradicionales perdieron relevancia o tuvieron que experimentar una migración a Internet y contra Internet. Muchos se convirtieron en prostitutas del click (click whores) que en búsqueda de una impresión más del banner, se dedican a publicar contenido sensacionalista irrelevante, a publicar bajo reglas del SEO (optimización para buscadores) y no de la RAE. No es una crisis local ni nacional, pero es una crisis que ha provocado que periodistas se vendan por $200 pesos. No hay libertad de expresión si no hay libertad financiera.

Hablando de prostitución, tampoco prostituyamos el concepto de periodista. Los que nos limitamos a opinar e intentar influir en el quehacer político, no somos periodistas. No importa que hayamos estudiado ciencias de la comunicación, no importa que el término del diccionario nos respalde. Bien dicen en House of Cards: “no es periodismo si no es investigación”.

Un periodista no debería buscar la imparcialidad, un medio tampoco debería pregonar la misma. Ni es creíble, ni es rentable. Sin embargo, cualquiera de los dos, deberían tener la libertad para respaldar cualquier proyecto, por coincidencia ideológica y no por interés económico. Demasiado arriesgan algunos periodistas como para ni siquiera tener asegurado el sustento. Por eso, como consumidores de medios, deberíamos tener un compromiso de pagar por la información así como pagamos por lo tangible. Pagar a quien nosotros queramos, pero preocuparnos por la sustentabilidad de quien nos informa.

Celebremos, hoy 7 de Junio, más que la libertad de expresión, la oportunidad de expresarnos de los que no vivimos del periodismo, de los que jugamos “a la segura” detrás de un escritorio o de un micrófono, porque el periodista de verdad, no tiene mucho qué celebrar.

Adiós, Morrito.

Realmente conocí poco de él. Llegó a mi vida hace casi tres años después de que mi hermana lo recogió solitario y desnutrido en una gran avenida del DF. No sé qué tanto sufriría en la calle, pero su triple fractura de cola, su pata delantera chueca (por mal soldada), y la pérdida de dientes, fueron huellas de una vida difícil en la calle. Por su edad, ya no veía ni escuchaba muy bien. Yo digo que tenía 14 años pero en realidad no lo sé. Lo que pasa es que hace casi tres años que llegó a mí, me dijeron que tendría unos 11 o más. Por eso sentí siempre la obligación de cuidarlo y consentirlo más que a mis otros dos perritos. Y así fue. Aquí comió, engordó, jugó y durmió todo lo que quiso. Se adueñó de mi sala, y aunque nunca lo regañé por eso, añoraba tener mi sala limpia un día. Hoy ya no la quiero. Ese era su lugar favorito, en donde dormía horas y horas, como descansando de muchos años de sufrimiento. Aunque gozó de buena salud todo este tiempo, sus riñones ya no pudieron más. Se me fue muy rápido y ahorita ya está descansando. Ojalá en donde esté tenga un sillón en el que pueda seguir durmiendo a gusto. Lo extraño mucho.

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Todos tenemos derecho a tener un taxi

En 1990, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, dentro de la ola de reformas desregulatorias y privatizadoras de su mandato, se dio la reforma al autotransporte de carga. Esta reforma, permitió que el sistema evolucionara de una industria basada en concesiones a una basada en permisos. Además, se eliminaron las regulaciones en las tarifas, en las rutas y en el cabotaje. Estos cambios permitieron, con los años, tener un sistema de autotransporte de carga transparente (a pesar de sus miles de fallas), que a su vez, se tradujo en un crecimiento acorde a las nuevas exigencias comerciales que enfrentaba el país. Hoy, si usted quiere comprar un camión y dedicarse al transporte de carga, puede hacerlo.

Por su parte, el sistema de taxis en cada estado del país, sigue trabajando igual que hace 50 años: mediante un sistema de concesiones otorgadas discrecionalmente y que sólo se han utilizado como pago de favores o como clientelismo político. Colima no ha sido la excepción.

Gracias al sistema de concesiones del servicio de transporte público individual que se maneja en Colima, la industria del transporte de pasaje individual, o sea, los taxis, se ha quedado estancada en todos los aspectos: falta de capacidad en cobertura, pésima atención a usuarios, unidades inseguras y en mal estado, cobros arbitrarios, etc. ¿Por qué no oxigenar la industria y abrirla a que cualquiera pueda tener un taxi? ¿Por qué si una persona tiene los recursos y el interés de incursionar en la industria del taxi no puede hacerlo? ¿Por qué no hacer un cambio en la ley como se hizo con el autotransporte de carga hace 26 años?

Hay quienes afirman que lo justo es otorgar concesiones a los choferes con más años de servicio. No. La tierra no es de quien la trabaja. Lo justo es que cualquier persona que quiera tener un taxi, tenga derecho a hacerlo. Que el mercado se encargue de regular la cantidad de estos, así como pasa con cualquier otro negocio: tienditas, taquerías, consultorios, etc. Migrar de un sistema basado en concesiones a uno basado en permisos, no eximiría a los permisionarios de regulaciones operativas y de seguridad que la naturaleza de este servicio requiere, pero sí permitiría que las ciudades contaran con un servicio en cantidad y calidad, acordes al siglo XXI.

 

El Chisguete.

Aunque muchos quieren fuera a la secretaria de movilidad Gisela Méndez, el ser una de las secretarias técnicamente mejor preparadas en su área, le da el respaldo y soporte para permanecer allí todo el sexenio.

Por su parte, quien dicen que ya casi se va, es Arnoldo Ochoa, de quien se afirma, ha tomado decisiones unilaterales como si él fuera el góber, lo que no le ha causado mucha gracia a Nacho, quien, por lo menos, ostenta el título constitucional de gobernador del estado.

Desesperanza

Pasan los años y se desgasta la esperanza. Alguien dijo que los humanos somos una especie detestable que no merece sobrevivir. Quien lo dijo, vivió momentos de crudeza y maldad. Yo no. Yo soy testigo y partícipe de cómo desgastamos nuestra vida siendo esclavos. Individuos que dirigen su vida hacia lo material. Ya no por comodidad. Por apariencia. Abandonos de familias en busqueda de metales y plásticos, mas no alimento. Repudio la búsqueda del “éxito profesional” por la vaciedad de éste. La gente se pierde. El ego se encuentra. Productividad, competitividad, liderazgo y posesión son los términos que destruyen este mundo. La plata dejó de ser plata. El dinero es una herramienta de supervivencia. No entienden. Es “el estiercol del diablo”, dice Francisco.

Pasan los años y despiertas: el mundo es tan frágil como una mentira porque está construido de éstas. La escuela es tan inútil como una joya.  No me leas, niño. No quiero que te des cuenta que no eres especial como tus padres te dicen. No vas a cambiar el mundo. No llores, no ser especial es bueno. No ser líder es bueno. No ser “diferente” es bueno. También si lo eres. “Nací solo”, dice un amigo. Entender esa frase hace inexistente el liderazgo. Porque todos quieren ser líderes. El liderazgo no es fuente de más amor, más salud o más vida. Moriremos solos.

Pasan los años y todo se resume a lo que dice otro amigo: “todo vale verga”. Desperdicio de tiempo en la búsqueda hastía de una misión o un camino. No existe. No existe porque no se necesita. En esta vida sólo cuentan el amor y el cómo te relacionas con la naturaleza. Jesús lo dijo hace 2000 años. Él sí era especial. El sí cambió al mundo. No como tú ni como yo. Ni como el niño que cree que es especial, pero que tal vez algún día abrirá los ojos. O no. Quizás nunca despierte y piense que su fracaso de ser o hacer “algo grande” ha sido su culpa. Yo lo sentí.

Ahora nos toca a los gordos

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Cuando se habla de discriminación e inequidad, casi siempre, se habla de minorías oprimidas: los negros, los homosexuales, los hispanos, discapacitados, etc. Las mujeres son la excepción, porque sufren opresión aun siendo mayoría. Bueno, pues los gordos también somos mayoría en México, y en otros países, primera minoría, y apenas se comienza a hablar de la discriminación hacia nosotros: los que estamos gordos.

En las últimas semanas, he leído sobre diversas campañas en las que los protagonistas, o mejor dicho, las protagonistas, son gordas.

La primera de Nike:

 

La segunda de JCPenney:

 

¿Qué destaco de estas campañas? Que sólo se enfocan en el sobrepeso de las mujeres, por lo que parece que más que ser campañas enfocadas en contra de la discriminación a la sociedad obesa, son derivadas del movimiento feminista.

Por circunstancias de la vida que se han traducido en un mala alimentación, apatía, pereza y desmotivación para el ejercicio, etc., he llegado a pesar más de 130 kg. Mido 1.85mts, lo que, por Índice de Masa Corporal (IMC= KGS/Mts²), me coloca en la categoría de Obesidad grado II (existen cinco niveles de obesidad: sobrepreso, grado I, grado II, gradoo III y grado IV también conocida como obesidad mórbida).

La discriminación hacia personas obesas es un tema que en diferentes ocasiones he platicado con personas cercanas a mí, muchas de las cuales no son gordas, y se sorprenden cuando les hago ver ciertas situaciones por las que a veces debemos atravesar los gordos.

Esta discriminación se da desde la infancia con el acoso escolar, ya que a mayor sobrepeso, más acoso escolar, y hasta los adultos, ya que, los gordos no sólo batallan más para encontrar trabajo, sino que, además, ganan menos.

La obesidad es una consecuencia, no una causa, por lo que al discriminar a un gordo, estás discrimando a alguien que tal vez tiene un problema de salud, tal vez un probema emocional, tal vez un problema psicológico, o tal vez a alguien que no tiene problemas y así es su genética.

Debo señalar que, de manera personal, nunca he recibido un trato humillante por ser gordo, y afortunadamente, de niño no lo era, por lo que tampoco sufrí bullying por esa situación, pero no todos tienen la misma suerte, y las cifras ahí están para corrobarlo. Sin embargo, sí sufro discrimación de forma colateral en muchos otros aspectos, por ejemplo:

Tener que comprar la ropa que me queda y no la que me gusta. Yo no me explico cómo es que siendo México el primer o segundo lugar en obesidad en el mundo (dependiendo el estudio), sea un problema encontrar ropa. En pantalones, si pasas de talla 36, deberás tener suerte para encontrar los dos o tres pantalones 38 que surten. Si eres talla 40, 42, aprovecha y compra todos los que encuentres. Si eres talla 44 o más… Dios te bendiga.

¿Qué es lo que le dicen a un gordo cuando habla de su sobrepeso? Haz ejercicio. Conseguir ropa en México para hacer ejercicio, cuando eres gordo, es más complicado de lo que pudieras imaginar. Para hacer ejercicio, necesitas usar ropa cómoda y holgada, que te permita realizar movimientos libremente sin tener que andar enseñando la panza o el culo. Las tiendas, en México, no cuentan con eso. La última vez que estuve yendo al gimnasio, me tuve que comprar tres shorts iguales, porque fueron los que mejor me quedaron. Además, tuve que comprar por internet 10 playeras 2XL, porque aquí no pude conseguir. Intenta comprar unos pants 2XL, 3XL, 4XL. No hay. ¿Cómo esperan que la gente gorda que está dispuesta a hacer ejercicio, lo haga cuando ni siquiera puede conseguir ropa deportiva de su talla?

Algunas tiendas como Liverpool, tienen su sección de “Tallas extras”, lo que a decir verdad, es una gran ayuda, sin embargo ¿por qué ponerlas separadas? yo nunca he visto una sección para negros, para enanos o para homosexuales, ni siquiera para muy flacos. Además, ¿Cuáles tallas extras? “Extra” significa “superior a lo normal”, y la obesidad, al menos en este país, es la normalidad.

En los últimos años esto se complicó, porque las marcas y las tiendas, no conformes, con el poco surtido de ropa para gente gorda, se les ocurrió convertir los cortes en Slim Fit o Skinny. Parece chistoso, pero no lo es.

Justificar estas circunstancias discriminatorias con el barato argumento de “es para que enflaquen” es caer en la infamia. Tampoco intento minimizar los riesgos a la salud que muchas veces puede ocasionar la obesidad, sin embargo, al hablar de este problema, el tono debe ser muy diferente cuando se opina desde el campo de la salud, que cuando se hace desde el campo de los derechos humanos.

No se trata de promover la obesidad ni de afirmar que uno está conforme con su situación física (aunque habrá muchos que sí),  se trata de que si queremos equidad y respeto hacia todas las personas, ahora nos toca pelear a los gordos.

Qué cosas te hacen superior

Algo difícil de aprender es el saber que la mayoría de las cosas que buscamos, no nos hacen superiores a los demás.

  • Tener un buen sueldo, no te hace superior a alguien que no lo tiene.
  • Viajar no te hace superior a alguien que no ha tenido oportunidad o no ha querido hacerlo.
  • Tener una carrera o posgrado, o haber estudidado en una escuela de prestigio, no te hace superior a un analfabeta.
  • Tener casa no te hace superior a alguien que vive con sus padres o sus suegros.
  • Ser vegano no te hace superior a alguien que disfruta un pollo frito con su refresco de dos litros.
  • Cualquier aspecto familiar (tener familia unida, tener hijos o no tener hijos, etc) tampoco te hace superior.
  • Leer 85 libros al año, no te hace superior a alquien que prefiere perder su tiempo en Youtube.

Todas estas cosas no te hacen superior al resto. Tal vez te den mayor aceptación, tal vez te den mayor seguridad y satisfacción personal, pero no te hacen mejor o de mayor valía que otra persona.

En esta vida sólo hay tres aspectos que sí te colocan como una persona por encima de la mayoría y que cualquiera puede llevar a cabo independientemente de sus circunstancias físicas, sociales, económicas o escolares:

  1. Respeto y ayuda a las demás personas.
  2. Respeto hacia la naturaleza.
  3. Honestidad.

Gracias Beyota

Beyota:

No sé por qué siempre escribimos tu nombre con Y en lugar de Ll, tampoco sé cuándo pasaste de ser Beyota a ser Beyis, pero como sea que te llamáramos, siempre nos hacías caso y nos tratabas con amor.

Este fin de semana fue uno de los peores en mucho tiempo, porque te fuiste. Porque concluyó tu misión en este mundo. Fueron más de 13 años que estuviste a nuestro lado, y aunque quiero mucho a todos los perros de la familia (Madox, Pax, Dolly, Mocoso y Morrito), tú eras mi favorita y mi consentida.

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Me acuerdo cuando te conocí, en Monterrey, con mi hermana. Le tenías miedo al sol. Te parabas en la sombra y justo donde iniciaba el sol, te asomabas con miedo. Quién iba a decir que después te encantaría estar bajo el sol y los más de 40° de Colima.

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Nunca olvidaré todo lo que nos cuidaste: nos avisabas de extraños, pero además mataste ratas, iguanas, y una vez, hasta peleaste con una culebrilla.

 

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Siempre recordaré todo lo que te gustaba comer y estar junto a mi mamá mientras cocinaba. Ponerte en tu posición estratégica detrás de los otros perritos, para que no te ganaran la comida.

 

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También recordaré siempre cómo te gustaba acostarte sobre la ropa que dejaba tirada.

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Cómo te gustaba estar conmigo cuando estaba trabajando en el escritorio, y cómo te gustaba meterte entre las piernas cuando uno tenía la pierna cruzada.

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También recuerdo cuando te tuvieron que operar la orejita, y de ahí en adelante, tuviste una oreja caída y una paradita.

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Estoy seguro que también Paxito y Madox extrañan que les agandalles sus camas y que no te digamos nada, porque eras la consentida.

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No tienes idea del dolor que me causa recordar el esfuerzo con el que peleaste la última semana de tu vida. Siempre aguantadora, siempre valiente. Sobreviviste a dos infartos un día antes de tu partida. Esos momentos fueron los peores momentos que me tocaron vivir a tu lado. Me estremece recordar cómo se puso duro tu cuerpecito y soltaste la cabeza, haciéndonos creer que había llegado el momento. Por eso sentí que te perdí tres veces.

Ahora ya has de estar con Motita que se fue hace siete años. Nunca olvidaré cómo te afectó su muerte. Cambiaste por completo. Estoy seguro que nunca perdiste la esperanza de que regresara. Tus cenizas se irán al jardín en el que tanto estuviste con ella. Ahora pueden jugar nuevamente juntas. Yo siempre te recordaré y te extrañaré. Gracias por 13 años de amor incondicional.

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México: este lugar donde no se sabe de ideologías

Cuando en este país se etiqueta a las personas de derechas, de izquierdas, de liberales o conservadores, no deja de ser más que una práctica ociosa. Tal pareciera que la gente en México no sabe lo que es una ideología definida.
Producto de la ignorancia, o de la endeblez de los valores, consecuencia de la eterna búsqueda de la identidad mexicana, que va más allá de una racionalidad motivada, aquí encontramos izquierdosos que son víctimas (o fans) del consumismo neoliberal, “católicos” que practican la santería o la masonería, derechosos que, tratándose de Estados Unidos, tienen filia hacia el partido demócrata. Lo extraño es que es común.
Si las ideas con las que se rige un individuo, están sutentadas en una ética cambiante (no por el crecimiento cognitivo y evolutivo natural, sino por la adaptación conveniente a las circunstancias particulares de cada uno, y por el rechazo a desarrollarse en un ecosistema con circunstancias desfavorables), nunca se podrá delimitar el camino a seguir como sociedad, mucho menos determinar las formas de avanzar, y ni siquiera proyectar a dónde se quiere llegar.
“Es de sabios cambiar de opinión”, parece ser el dicho popular con el que se excusa la indefinición ideológica. En el pasado, la Iglesia controlaba monopólicamente las creencias y el conocimiento. En México, el PRI, por más que controló la educación, nunca pudo lograrlo, ya que ni siquiera pudo definir una identidad nacional. Ante la desmonopolización del saber y del creer, entonces corresponde a la familia en un principio, y más tarde, a cada persona, reforzar su cuadro moral, que a su vez, cimiente, con firmeza pero sin rigidez, la ideología con la que regirá su vida.