Anoche escribí en una libreta, acerca de lo bien que me he sentido en estas semanas conmigo mismo. De cómo me gusta la persona en la que me estoy convirtiendo:
Me gusto.
Tengo más de un año teniendo que experimentar cambios que han transformado mi ser. Y digo «teniendo que», porque la vida no me dio otra opción. Han sido meses de esfuerzo, de sufrimiento, de llanto: de picos y valles.
Han sido meses de invertir dinero y tiempo en mí. Mucho tiempo de lectura y estudio, y de autoconocimiento y de autoaceptación. Horas y días de soledad, de convivir conmigo mismo.
Llegó la impotencia, llegaron pensamientos de que todo es en vano, y de repente, todo cambió.
De semanas para acá, me di cuenta que mis pensamientos han ido cambiando, a la vez que mis actitudes. Me di cuenta que mi diálogo interior es diferente y que me gusta más estar conmigo, pero lo más importante: que me gusta en la persona que me estoy convirtiendo.
Claro que falta mucho, claro que sigo cayendo y que me falta por aprender y superar, pero hace meses no creí que llegara a sentir un gusto por mí. A decir que me gusto como persona.
Coincidentemente, hoy tengo mejor salud que hace uno, dos o tres años, a pesar de seguir con hábitos pésimos.
Siempre me he querido mejor, y hoy, me siento mejor.