Y estábamos llorando a la orilla del río, esperando que la vida nos cubriera en diferentes formas, cuando un poder finito nos llenó de júbilo para ir en búsqueda del sentimiento anhelado.
Fue increíble mostrar las almas como visa a la eternidad, como pasaporte para salir de ese estado inferior.
Seres peleaban cuerpo a cuerpo hasta desintegrarse súbitamente de forma autónoma. Nuestras mentes, repletas de visiones provenientes de diferentes dimensiones, procesaban ilusiones divinas.
Sentimos hermandad serena. Nadie fue designado para soportar a otro ser. Todos lloramos. Todos sentimos. Todos amamos.