
Nunca he hablado ni escrito de este tema, así que prepárense porque hay muchas cosas qué contarles, y al final, créanme que me conocerán mejor.
A nadie le gusta estar gordo. Habrá gente que diga lo contrario, “que hay más de donde agarrar” “que prefieren estar gordos a ser un palo”. Mentiras. Repito: A nadie le gusta estar gordo.
Mi caso no es grave, ya que yo tengo una vida normal, estoy sano, mi condición física (al correr, por ejemplo) es igual de mala que la de muchos que no están gordos, y estoy seguro que, aunque no tanto como quisiera, agarro más mujeres que muchos flacos, sin embargo, se supone debería bajar aproximadamente 30 kilos para estar “en mi peso”. Creo que mi tope máximo ha sido pesar 123 kg, y ahorita me encuentro en 115.
Es típico que uno ve a una persona y cree saber todo de ella por la apariencia. Igual pasa en este caso: uno ve a alguien gordo y cree que siempre ha sido gordo. Pero no. Yo era flaco de niño, hasta que llegaron aquellos tazos de los Looney Tunes en las papitas (¡hijos de puta!) y comencé a engordar. Recuerdo que había niños que compraban las papitas, le sacaban el tazo, y las regalaban o las tiraban, y yo pensaba -”¡Qué pendejos!”, cuando no me daba cuenta que el pendejo era otro.
Después, me metí a entrenar basket, y ayudado de la pubertad, adelgacé nuevamente en secundaria. Entrenaba todos los días, y todavía me ponía a jugar en mi casa. Ya ven la energía que se carga uno a esa edad. Pero los problemas regresaron cuando entré a prepa, y dejé de jugar basket, pero seguía comiendo igual, y comenzó a aumentar mi consumo de Coca-Cola (todavía me es un problema). Y así… pasé los 70, los 80 y los 90 kilos… hasta llegar a las cifras de 3 dígitos por allá entre el año 2004 y 2005 (no estoy seguro, pero según mis cálculos, por ahí fue).

Vida gordaca.
Uuuu si yo les contara… ok, lo haré. Hay tantas cosas de las que un flaco no se da cuenta que tiene que pasar un gordo, que se sorprenderían. Digamos que son cosas que sólo otro gordo puede comprender, porque los gordos somos como una hermandad de la que todos queremos salir, jajajaja.
Las sillas.
Por ejemplo, muy difícilmente un flaco sabe que para un gordo es mejor una silla sin reposabrazos, ya que no está la prueba de “qué tan bien vas a caber” en la silla, y por lo tanto, te sientas más a gusto.
La alcancía.
Hablando de sentarse, muchos piensan que a los gordos que se les ve la raya (también conocida como alcancía) a la hora de sentarse o de bajarse de un carro, es porque están adelgazando y se les cae el pantalón, pero ¿Qué creen? ¡Ni madres! es porque está lleno de grasa que el trasero se sube a la espalda, así como la camisa que está toda estirada, se sube. Por cierto, esta gente, aparte de gorda, es asquerosa, porque son cosas que se pueden evitar. Producto de estas incomodidades, hay niveles superiores en donde los gordos buscan sentarse en las mesas del rincón, “agandallando” la silla de la esquina, para que no los vean en caso de que se les levante la camisa. Tengo un amigo que es más gordo que yo, que siempre recurría a esta práctica, y no saben qué molesto es que alguien se quiera sentar forzosamente hasta la última mesa. En este tipo de cosas, también es cuando se aprecian las sillas que tienen un respaldo corrido (hasta abajo) cosas que no valoran los restauranteros, y que, créanlo o no, puede ser la diferencia para muchas personas entre que se sientan a gusto en su negocio o no. Por eso, siempre he pensado, si un gordo come más, ¿Por qué los restauranteros no hacen estudios de mercado con gordos para ver qué es lo que requieren para sentirse a gusto? jajaja ¡no es broma!
La ropa.
A un gordo, las suelas de los zapatos le duran menos. Les juro que esto de las suelas, es cierto, pero lo más, lo más jodido de engordar, es cuando dejas de comprarte la ropa que te gusta y empiezas a comprarte la ropa que te queda. Supongo que ha de ser todavía mucho más jodido tener que ir a tallas extras a comprar tu ropa, pero no he llegado a ese nivel, jajaja.
Las bolsas de los pantalones: a un gordo, la ropa le queda más ajustada (aunque sea de la talla correspondiente), y por lo tanto, las bolsas de los pantalones, sobre todo a la hora de sentarte, quedan muy justas, por lo que siempre será un mayor problema sacar las cosas del pantalón para un gordo que para un flaco.
Las jaladas de camisa: Un gordo que no haya estirado playeras, no es un gordo de verdad. Esto sucede sobre todo cuando estás pasando de nivel obeso, y estás dejando tus playeras, o cuando te encuentras en niveles muy, muy superiores, digamos ya mórbidos y tienen que estar estirándose siempre la camisa para que no se les vea la panza.
NO PUEDE HABER GORDOS FASHION. ← Por favor, transmitan este mensaje a todos los gordos que conozcan. A ningún gordo le va bien la moda, porque la moda está hecha para flacos (afortunadamente). Sin embargo, nunca falta el obeso que se quiere vestir muy fashion y termina viéndose ridículo. Lo mejor para un gordo siempre será vestirse conservadoramente.
Gordos y asquerosos.
Es repugnante toparte con cualquier persona sucia, pero más con un gordo sucio. Cuando estás gordo, sabes que sudas más, por lo que uno debe ser consciente que a veces es necesario bañarse dos veces al día, todos los días, echarse mucho desodorante y cambiarse la ropa diario y la camisa hasta 2 veces al día. Pero nunca falta el cerdo que no lo hace.
Un gordo tampoco debe dejarse el pelo largo o la barba, porque si de por sí la gordura no ayuda a la apariencia, con eso, sólo se va a ver más desagradable y sucio, aunque no lo sea.
Dolores físicos
Los dolores más comunes son de espalda y rodillas. Una vez, estaba platicando con un amigo (también más gordo que yo), y llevábamos como 15 minutos platicando parados, y en eso me dice -”wey (me gusta escribirlo con W), hay que sentarnos, ¿no? ya me están doliendo las rodillas”. Ahí fue cuando dije -”Fuck, no quiero llegar a eso”.
Las amistades y la obesidad.
He leído muchos artículos que dicen que la obesidad es contagiosa: es cierto, yo lo he vivido. Entre varios amigos, tenemos un amigo en especial, que todos los que nos juntamos con él, engordamos. Incluso en plan de broma solemos llamarle el “Efecto (y su apodo)”. Después pasa el tiempo y ya uno como que agarra inercia y ya no necesita de esa amistad gorda para seguir con los malos hábitos. Desafortunadamente, los hábitos saludables de las amistades, no se contagian con la misma facilidad, porque seamos honestos, si te dicen “vamos a cenar” o “vamos a correr”, ¿Qué prefieres?
Por otro lado, los que fuimos flacos que después engordamos, no saben cómo caga el encontrarte a alguien que no te ve en mucho tiempo y que te diga “te veo más repuestito”, “has estado comiendo muy bien ee” o ya gente más directa con un “no mames, qué gordo estás”, dan ganas de responder “te veo más puta que antes” o un “no mames, cada vez te ves más pendejo”, o qué se yo.
La obesidad y las mujeres.
De la vista, nace el amor. Eso es una realidad. Y aunque no quiere decir que cuando uno está gordo no se pueda agarrar nada, (así como tampoco quiere decir que a un flaco le lluevan mujeres), el estar gordo siempre será un obstáculo (para algunos más grande que para otros, porque aquí entra también la cuestión de la seguridad).
Tengo un amigo que antes estaba “mamadillo” y ahorita pues digamos que está muchos, pero muchos kilos arriba, y no precisamente de músculo (jajajajaja no saben cuántas ganas tengo de quemarlo aquí), antes tenía muchísimo pegue… y ahora, aunque todavía agarra (como todo mundo) sus mujeres, la calidad y la cantidad, han bajado increíblemente (¿Verdad ****? ← aquí va su nombre encriptado, jaja).
Mujeres: lo mismo es para ustedes, a casi ninguno (aunque estemos gordos) nos gustan las gordas. (Aunque tengo un amigo al que sí, por si les interesa, jajaja)
Pero… ¿Por qué engordamos?
Si no tienes un problema de salud, sólo hay 1 razón: por webones. (también me gusta escribirlo así: con W).
Sin embargo, esa flojera puede estar ocasionada por muchos motivos, creo yo, emocionales. Personalmente, creo que es cierto que uno externa cómo se siente en el interior, y si uno está gordo, es porque trae uno o muchos desórdenes en su vida. También he llegado a una conclusión similar con la recámara: cuando uno tiene una recámara limpia y ordenada, curiosamente es cuando uno se siente mejor, sin embargo, en los peores días, las recámaras también son un desmadre, pero bueno, ese es otro tema.
La obesidad es un eslabón muy fuerte de los círculos viciosos en los problemas emocionales de las personas. Si tienes baja autoestima, la obesidad te hundirá todavía más, si tienes ansiedad o estrés, la obesidad te estresará mucho más. Y por eso lo difícil de salir de ahí.
Por eso me burlo de todos aquellos que van con los nutriólogos, que toman cosas que los harán bajar de peso, o que llegan a recurrir a cosas más drásticas, como el quirófano. Pero vamos burlándonos paso por paso.
Cuando queremos ser flacos.
Cuando queremos adelgazar, recurrimos a todo lo que se nos ocurre y que nos ofrecen, por ejemplo.
Los nutriólogos.
Los nutriólogos son esos profesionales que ahorita están pululando como conejos (¡y qué bueno!). Sin embargo, creo que la principal función de los nutriólogos debería ser la de educar. Es más, creo que debería haber nutriólogos impartiendo clases en las primarias. Y uno que ya es mayorcito, pues debería acercarse a ellos para aprender, no para que nos den una dieta para bajar de peso, aunque por otro lado, ¿Quién los culpa? si en sólo entregar dietas está el negocio, ¿pues por qué no hacerlo?. Pero seamos sinceros, a menos que tengas alguna enfermedad o situación especial, ¿Quién no sabe qué es lo que debe y lo que no debe comer para estar en forma?
En mi vida, he ido 2 veces con nutriólogas: la primera vez sí fui como a 4 sesiones (1 cada quince días) y bajé 4 kilos. La segunda vez (muchos años después) fui sólo 1, y bajé 11 kilos.
En una dieta, tenía que estar midiendo y pesando lo que me comía: insostenible llevar una dieta así. En la otra dieta, no me especificaban cantidades exactas pero me ponían cosas como “quesadilla de panela con lechuga en lugar de tortilla”, (ahh sí, ¿y por qué mejor no me das una patada en los testículos para hacerme sufrir más?). Simplemente ridículo. ¡Ah! y olvido cosas como, -”y aparte de la dieta, procura caminar 7 km al día”, pues sí… y también tomo mucha agua, ¿No? Por lo que sólo sentí que fui a tirar el dinero, porque aparte de poner cosas incomibles, me dio consejos demasiado lógicos.
Ninguna de las dos veces que he ido con la nutrióloga he seguido la dieta más de 1 semana, y sólo he dejado de comer cosas que sé que no debo comer, y así es como he bajado… cuando he bajado.
Por eso, repito, siendo honestos ¿Quién necesita a un nutriólogo para ponerse en forma?
Las pastillas y productos milagro.
Neta, paso de escribir sobre esto.
Las cirujías.
Otra estafa. Conozco personas que se han hecho la lipo, y que a los 6 meses están igual de obesas que cuando decidieron intervenirse. O sea que sólo gastaron un dineral, y lo peor, pusieron en riesgo su vida y sufrieron en vano.
Por otro lado, tengo a un amigo que se puso la banda gástrica, y sí se ha mantenido delgado, pero resulta que ahora y por la eternidad, debe estar a dieta, porque si no, su vida estaría en riesgo. O sea, ¿fue a pagar para intervenirse y obligarse a estar a dieta? Muy triste.
La solución.
La solución es sumamente fácil. Las veces que yo he bajado de peso, simple y sencillamente han sido poniéndome a hacer ejercicio. Si quiero acelerar el paso, dejo de comer cochinadas y sobre todo de cenar cochinadas. El problema de esto es que se necesitan dos cosas importantes: fuerza de voluntad y disciplina, y estas no te las dará ni el nutriólogo, ni el quirófano, ni las podrás comprar por televisión. Por eso, el principal trabajo que creo se debe hacer, es buscar en tu persona eso que te impulse y ordenar eso que tienes pendiente en ti. En mi caso, motivadores tengo muchos, la disciplina es la que siempre me ha fallado, pero ya trabajo en eso.