No es que la linterna casi no iluminara, era que la luna estaba resplandeciente y por eso la noche estaba tan clara como sus pensamientos. Seguro, siguió avanzando, caminó paso a paso hasta a encontrar el rincón que anhelaba algún tiempo atrás: pasos firmes y continuos, sonrisa dibujada, todo lo necesario para pasar bien -al menos- esa noche.
(24/04/11)