Beyota:
No sé por qué siempre escribimos tu nombre con Y en lugar de Ll, tampoco sé cuándo pasaste de ser Beyota a ser Beyis, pero como sea que te llamáramos, siempre nos hacías caso y nos tratabas con amor.
Este fin de semana fue uno de los peores en mucho tiempo, porque te fuiste. Porque concluyó tu misión en este mundo. Fueron más de 13 años que estuviste a nuestro lado, y aunque quiero mucho a todos los perros de la familia (Madox, Pax, Dolly, Mocoso y Morrito), tú eras mi favorita y mi consentida.
Me acuerdo cuando te conocí, en Monterrey, con mi hermana. Le tenías miedo al sol. Te parabas en la sombra y justo donde iniciaba el sol, te asomabas con miedo. Quién iba a decir que después te encantaría estar bajo el sol y los más de 40° de Colima.
Nunca olvidaré todo lo que nos cuidaste: nos avisabas de extraños, pero además mataste ratas, iguanas, y una vez, hasta peleaste con una culebrilla.
Siempre recordaré todo lo que te gustaba comer y estar junto a mi mamá mientras cocinaba. Ponerte en tu posición estratégica detrás de los otros perritos, para que no te ganaran la comida.
También recordaré siempre cómo te gustaba acostarte sobre la ropa que dejaba tirada.
Cómo te gustaba estar conmigo cuando estaba trabajando en el escritorio, y cómo te gustaba meterte entre las piernas cuando uno tenía la pierna cruzada.
También recuerdo cuando te tuvieron que operar la orejita, y de ahí en adelante, tuviste una oreja caída y una paradita.
Estoy seguro que también Paxito y Madox extrañan que les agandalles sus camas y que no te digamos nada, porque eras la consentida.
No tienes idea del dolor que me causa recordar el esfuerzo con el que peleaste la última semana de tu vida. Siempre aguantadora, siempre valiente. Sobreviviste a dos infartos un día antes de tu partida. Esos momentos fueron los peores momentos que me tocaron vivir a tu lado. Me estremece recordar cómo se puso duro tu cuerpecito y soltaste la cabeza, haciéndonos creer que había llegado el momento. Por eso sentí que te perdí tres veces.
Ahora ya has de estar con Motita que se fue hace siete años. Nunca olvidaré cómo te afectó su muerte. Cambiaste por completo. Estoy seguro que nunca perdiste la esperanza de que regresara. Tus cenizas se irán al jardín en el que tanto estuviste con ella. Ahora pueden jugar nuevamente juntas. Yo siempre te recordaré y te extrañaré. Gracias por 13 años de amor incondicional.