Qué día tan triste

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El día de ayer a las 5 de la tarde, recibí la noticia de que me habían conseguido un boleto para ver al Papa (Gracias, tío). Fue mucha mi ilusión que, a pesar de las premuras, a las pocas horas tomé un autobús al DF.

Mi boleto era para la misa de las 17:00 en la Basílica de Guadalupe, para la cual se repartieron algo así como 32 mil boletos.

Llegamos (mi hermana, mi cuñado y yo) a las 14:30, y cuál fue nuestra sorpresa y decepción, que los accesos ya estaban cerrados. Nos fueron mandando de acceso en acceso, y todos cerrados. Caminamos 3 km y tomamos 3 metros para rodear la Avenida Guadalupe, que se encontraba cerrada, y la cuál debíamos cruzar para llegar a otro acceso. Llegamos y tampoco nos permitieron el paso. Fuimos cientos (o miles) de personas que sufrimos la misma situación y quedamos fuera a pesar de que nos habían asegurado que todo el que trajera boleto, pasaría.

Supongo que entraron miles de personas sin boleto. No encuentro otra explicación, pero lo que duele, no es que otros entrsran, sino el haber tenido la ilusión de estar en la misa, y a pesar del esfuerzo, no haberlo logrado.

Dios sabrá por qué pasan las cosas.

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