No me molesta que se hayan gastado casi mil millones de pesos en un monumento, ya que la memoria de un acontecimiento tan relevante, para mí, lo justifica. No me importa que s ehayan gastado otros 3 millones en la inauguración, no debían escatimar en celebrar 200 años de Independencia.
La Estela de Luz, aunque no la he visto en vivo (espero hacerlo en las siguientes semanas), no es de todo mi agrado, sin embargo, el gusto es subjetivo, y por lo tanto, no es un argumento válido para criticar la obra. Qué parece Suavicrema, que parece pared para rapel, puede ser, pero eso tampoco me molesta.
Lo que es imperdonable, aparte de la pésima planeación y probable corrupción (cosas a las que desgraciadamente ya estamos acostumbrados), es el haber inaugurado la obra año y medio después del Bicentenario. Porque en este país, en donde conmemoramos hasta cosas que no deberíamos, este tipo de celebraciones históricamente han sido casi casi sagradas. Pero hasta eso hemos perdido.
No puede ser que Porfirio Díaz, a quien tanto ha satanizado la historia oficial, cien años antes le haya puesto a los políticos contemporáneos, una lección de cómo hacer grandes obras… a tiempo. Según leo, el proyecto del Ángel de la Independencia comenzó 14 años antes de su inauguración, pero lógicamente las circunstancias tecnológicas y económicas no eran como las de hoy.
“La generación del fracaso” ha llamado Ciro Gómez Leyva a esta generación de políticos. A veces siento que les queda corto el título. Y eso es lo grave, que no es cuestión de un político o un partido, pues recordemos también el retraso en la inauguración del Senado, que costó casi 4 veces más que la Estela de Luz, y que también conmemoraría los 200 años, y por último, ni qué decir de la casi nula celebración que hubo en los estados, en donde a los gobernadores se les olvidó que sus respectivos estados también son parte de México.
Qué triste, así nos tocó celebrar los 200 años. Ojalá que quienes estén aquí para el tricentenario, ya tengan un mejor país, sean mejores personas que los que vivimos actualmente, y por lo tanto, hagan las cosas bien. Sólo eso.
Foto: Gobierno Federal