Un post de mi hermana me hizo reflexionar acerca de vender lo que ofrecemos, de aparentar lo que somos. Me puse a pensar en mi persona, ¿realmente les ofrezco de mi persona lo que realmente soy? Pienso que sí, pero con un problema…
Siempre he dicho que soy un todo terreno, que soy aprendiz todo, maestro en nada. Es verdad. Tengo gustos tan diversos que me permiten tratar con personas tan diferentes, que me permiten convivir en lugares tan desiguales, que me permiten realizar actividades tan plurales. Entonces… ¿Qué escena mostrar de toda la película de mi vida? ¿Qué facetas dejar al alcance de todas las personas? Lo justo es mostrar todas, y creo que lo hago bien. Sé que lo hago bien cuando de repente, un día me dicen que parezco señor y otros que me veo más chico de lo que estoy. Sé que muestro todas mis facetas cuando me dicen que tengo gustos “raros”. Sé que la gente me conoce cuando me tacha de “valemadrista” pero me apoya para que lidere algo; cuando me hablan de literatura, albures, finanzas, política o tecnología, en un mismo día. Hace algún tiempo creía que esto era un problema. Mi papá me hizo ver que al contrario, que es más el provecho que puedo obtener de esto. Que me puedo adaptar mejor a diferentes situaciones, que puedo ser útil en muchos más lugares. Es cierto, aunque no me dijo la principal ventaja: tengo la capacidad de disfrutar más cosas de la vida.
¿Soy lo que les vendo? Sí, y qué mejor muestra que este blog, que mis perfiles sociales, que son los medios por los que vendo este producto llamado Jesús Cuevas Peña.
(12/12/10)