Y podía encontrarse en mil mundos, podía soñar con maravillas conocidas a las cuales no podía regresar. Pero esas maravillas seguían siendo su vida, quería olvidarlas, y guardarlas como un buen recuerdo, pero la atracción era más fuerte que su mente; sus aventuras podían vulnerabilizar cualquier estado deseado.
El viaje haba sido largo pero fue a la velocidad del rayo. No hubo tiempo de abrir los ojos, de guardar memorias, de llegar al destino deseado, y mucho menos, de apagar la llama que sigue ardiendo.
(28/05/10)